El 5 de marzo de 2022 ha dejado de latir el corazón de uno de los más conocidos personajes de nuestra comunidad de Suabos del Danubio. Nos referimos a Roland Kekez, que será extrañado por muchos.
A pesar de su edad, Roland Kekez siempre se mantuvo activo. Había nacido el 24 de agosto de 1932, en Sackelhausen, región del Banat, una zona poblada por alemanes. Su niñez la transitó con sus amigos húngaros y rumanos, cuyos idiomas dominaba. Esta convivencia cosmopolita es interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. Roland Kekez es una de las 14 millones de personas que debe abandonar su terruño solamente debido a su ascendencia alemana. Empieza para muchos integrantes de los Suabos del Danubio, una tortuosa marcha de un campamento de refugiados a otro campamento. Para colmo, en vuelo rasante, las largas columnas de personas son ametralladas por aviones aliados. El joven Roland prefería no recordar las innumerables veces que salvó su vida echándose en las cunetas de los caminos de tierra por los que transitaba.
Atravesando la destruida Europa y gracias a la Cruz Roja Internacional, la familia llega al puerto de Le Havre y desde allí, en 1948, a Buenos Aires. Se afincan en Lanús Oeste, donde también conoció a su futura esposa, con la cual se casa en enero de 1955. Siempre preocupado por ayudar a sus compatriotas, participa del Argentinischer Kulturverband der Donauschwaben y de la Sociedad Educacionista de Alemanes de Lanús Oeste. Participa en la fundación de la AGDS – Comunidad de Trabajo de Escuelas Alemanas. También actúa en el Deutscher Sängerbund am La Plata y la Comunidad de Católicos St. Albert en Valentín Alsina y en el Círculo de Amigos del Hogar Funke. Apoyando al Grupo Folklórico Heimatland, pone a disposición las instalaciones de la Iglesia para sus ensayos.
En la Federación de Asociaciones Argentino-Germanas, hemos sabido de su permanente entusiasmo como colega en el Consejo Directivo, pero por encima de ello, lo apreciamos como buen amigo.
A su viuda Anna y a sus 3 hijas Verónica, Liana y Astrid, les confirmamos que Roland Kekez era una persona como pocas. No solamente aquellos a los que ayudó durante varios decenios, lo van a extrañar.